jueves, 15 de abril de 2010


No paramos de escribir el guión de nuestra vida, inventar, cómo nos gustaría que fuese.
Creamos nuestra película, que al fin y al cabo, nunca se llegará a estrenar.
Nadie lo sabe, pero poseemos ese don, escribir nuestras vidas, somos directores, productores, guionistas y actores de nuestro propio espectáculo, nuestra película. Y la verdad, no sé nos da nada mal.

Excepto porque nuestra película no se llega a estrenar, es un completo desastre.

Un completo desastre, cómo la vida misma.

Así son todos los días, idénticos dejando pasar las horas cómo si fueran los anuncios antes de que empiece nuestra verdadera película, la película que no se llegará a estrenar...

Sólo quedan los anuncios.

El guión perfecto de mí película, sería así, tú tropiezas conmigo, tu guión cae al suelo junto al mío y en el lío de papeles ambos nos llevamos algunas hojas que no son las nuestras, que complementan el guión.

Seamos guionistas, productores, directores y lo más importante actores de nuestra propia película, de nuestro propio espectáculo.

Estrenemosla...en Gran Vía, un día soleado para cambiar el curso de los acontecimientos, ese día brillemos ambos por luz propia sin necesidad de que ningún sol nos deslumbre.
Olvídate de quien criticará la película, o si realmente ganará algo en taquilla.
Piensa en que la actuación será creíble, tan creíble que hasta tú mismo te la creas, que hasta yo, coprotagonista, me la crea.

No te olvides que cuando te den el premio debes dedicarlo, creo que la persona más apropiada para llevarse tal dedicación, debe ser la que se crea tu interpretación hasta la médula, y siento decepcionarte sí te digo que probablemente sea yo, un ser inerte y sumiso a cualquier decisión.





Haz que cuente, haz que sea real.




Mucho más allá de la compresión.






Bah, debo de estar volviéndome loca...

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