martes, 23 de octubre de 2012

¿Qué es el amor plátonico?

Hoy he desperdiciado o aprovechado (según se mire) una hora de la asignatura de Historia del Arte, contemplando arte moderno y real, en vez de las antiguas ruinas romanas.
Hace tiempo descubrí un chico en mi clase, el cual cautivo mi atención, tenía ese algo especial que te hace que te gires para verlo dos veces porque con una no quedas satisfecho.

Pues así ha sido, hoy le tenía sentado delante mía.
Y mucho tiempo para contemplarle.
Tiene una espalda perfecta, grande como a mí me gustan, y mi perversa imaginación ha jugado a que tiene bastantes lunares por los cuales perderse, o que podrían hacer que además de perder la apuesta con mi imaginación, yo perdiese la cabeza si algún día tengo el privilegio de descubrirlos por mi misma.
Además de que vestía sudadera gris, y lo bien que le sienta ese color y pitillos negros uno de mis grandes fetiches, después de los lunares.

Pero por si eso fuera poco, se ha girado y me ha mirado y cuando he levantado la cabeza, el me ha quitado la mirada. Creía que me daba un vuelco al corazón, sin nadie a quien decirle "me estaba mirando ¿verdad?" para darle veracidad a este sentimiento fantástico que en mi provoca, sin conocerle de nada. (Parezco una quinceañera)
Y poco a poco el gran desconocido se va descubriendo pero desafortunadamente no para mí especialmente, le he conseguido escuchar hablar y tiene una voz cálida, un acento no precisamente madrileño, extraño, una remezcla indescifrable. Y una sonrisa, que a cualquier chica haría perder los estribos, como me los está haciendo perder a mí.
Pero como no podía ser de otra manera a parte de fijarme en su físico, he analizado cualquiera de sus movimientos, a quién escribiría tanto por el móvil haciéndome sentir de celos de la nada. Puesto que yo no he dado el paso para inmiscuirme en su vida e intentar que me haga un huequecito en su colchón.
Aunque se le ve sobrado, creo que sabe que es guapo y que puede conseguir a la que quiera, quizá me equivoque y solo sea fachada detrás de un chico tímido, puesto que también se atusaba el pelo de cuando en cuando, haciéndolo parecer inseguro e inclusive diría yo, más atractivo si aún se puede.
Mientras veía como se tocaba el pelo y enredaba al rededor de su dedo índice, pensé ¿cual será su nombre? Tiene cara de Daniel.
Algo sin sentido porque todos los chicos que veo de pasada y me parecen guapos les pongo ese nombre, será porque llevo desde los cinco años ensimismada con ponerle ese nombre a mi hijo(si es que algún día llego a tenerlo)

Suena el timbre, se encienden las luces, fin de la clase, sale y unas cuatro personas tras él salgo yo, y al salir por la puerta le oigo despedirse de su amigo, Adiós Dani le dice.
Me quedo paralizada, experimento un segundo vuelco al corazón en menos de treinta minutos, no puede ser se llama Dani, pienso.

Pues si unos pasos más arriba le oigo despedirse de otra persona la cual me reconfirma el nombre. De repente en mi cabeza no paro de escuchar un trillón de voces que corean su nombre y me da la impresión de que me estoy volviendo loca fruto de la casualidad.
Respiro hondo y sigo andando.

¿Esto será un amor platónico? ¿qué es un amor platónico?
¿Es un amor imposible, un amor desconocido o un amor que se acaba con una relación sexual?
Sea lo que sea, estoy deseando la próxima clase de arte, para conocer un poco más su arte.

viernes, 5 de octubre de 2012

Hace falta que llueva.

Para.
Suena como un estallido en mi cabeza, para.
Una tortura, más canciones, más cigarros y más días.
Y el tiempo pasa y no paro.
Ni paro, ni llueve.
Ni vienes.
Solo me queda una cama desecha, vacía.
La soledad a las dos de la madrugada 
y una noche eterna por delante.
Sudando palabras, palabras que son 
ruido, nada.
Y sigue sin llover.
Y yo sin refugiarme bajo mi paraguas,
mi paraguas de boli y papel, 
de humo.
Para
Vuelve a retumbar.
No va a volver.
Intente autoconvencerme,
autoconvencimiento estúpido, pues no funciona.
Se acercan los veinte y tú tan sola.
Y aún sin llover.
Me decía.