jueves, 9 de febrero de 2012

Un pequeño relato, para amenizar las noches solitarias.

Eran prácticamente desconocidos, solo habían intercambiado un par de saludos y alguna que otra palabra. El contacto físico aún era improbable. Pero aún así las ganas mutuas de verse, hablar, conocerse, contemplarse, desearse, besarse estaban ahí.

Allí estaba él, esperándola en la escalera, un saludo, normal, dos besos y un qué tal. Caminan, dónde van, no saben, siguen caminado. Lo típico un bar y unas cervezas. Hablan y hablan, ella no sabe si cambiar el botellín por sus labios o esperar a que sea él quien le bese.
Un ambiente cálido y un bar abarrotado, pero ellos se respiran, se sienten, el tiempo pasa y solo están ellos dos, hablando, riendo. Se hace tarde deben irse.
Se dirigen hacia el metro y justo ahí....
Se besan por primera vez, sin importarle sus labios, color del vino, unos labios que embriagan tanto como las cerveza que corría por su sangre. Algo intenso, sus labios quedan tintados de cierto color rosado.

-Te he manchado un poquito.
-Un poquito ¿sólo?- responde él.
-Sí.- Dice ella tímidamente.
-Pues espero mancharme un poquito más- Y la da un tímido beso.

Y la vuelve a besar y ella se deja besar.
Ambos se dejan, se pierden entre las comisuras de los labios entre lametazos y mordiscos, más largo, más intenso que el anterior, pierden el tiempo y la vergüenza, apoyados contra una pared de las calles más transitadas de Madrid.
Se les nota, ella pierde la cabeza por él y él de momento ha empezado por perderse en sus labios, esperando perder la cabeza por algo más que su sonrisa.
Se dejan hacer, románticos en plena noche madrileña, llena de luces, que a penas lucen tanto, como el brillo de sus ojos.

Pasa el tiempo, último tren con destino "vuelta a la realidad", se marchan, se despiden.
Él se va por su camino, sin parar de pensar en ella, y cuando será la próxima vez que sus labios y unos tragos de cerveza le vuelvan a embriagar. Sin embargo ella, se va feliz, radiando felicidad a cada paso que da, esperando un mensaje suyo que le confirme que él también quiere verla.

-Brrp, brrp.

"Me lo he pasado muy bien, pero se me ha hecho muy corto.
Me encantas rubia.
Espero verte pronto, ¿tienes planes para el sábado?
Podemos ir a comer, ver una peli, lo que tú quieras."

Su cabeza da mil vueltas, no se lo puede creer, se gustan, quiere verla. Se espera a contestar por esto de no parecer ansiada, cosas de mujeres, que ni yo que escribo y soy mujer las entenderé nunca. Se me ha hecho corto, lo que tú quieras y me encantas no paran de bombear en su cabeza, sus latidos, cada vez más fuertes, respira y escribe.

-Bip, bip.

"Yo también me lo he pasado bien, quedamos cuando quieras :)
Los planes suenan muy bien, ¿y si los combinamos y alargamos tiempo?
Pd: No me puedo quitar tus bonitos ojos azules de la cabeza."

-Brrp, brrp.

"Me parece perfecto, te llamo mañana y lo hablamos,
después de hoy, no se cuanto tiempo podré aguantar sin verte, sin oírte
y sin besarte...
:)"

Ella no contesta más, se deja ir, evadida en el tren, mordiéndose los labios, releyendo una y otra vez, aún no se lo termina de creer, ¿esto será amor?
Mientras él, igual, se roza los labios con los dedos, ¿qué le estará pasando?, quiere verla, quiere tenerla, suya.


Ambos con sus dudas, idiotas, perdidos, enamorados.

jueves, 2 de febrero de 2012

Me canso y te cuelgo.

Apareció como por arte de magia, como del caos un arte.
Entro en mi vida sin llamar a la puerta, arrasando cualquier recuerdo, fotos de los que se fueron o los que pretendían entrar, o simplemente de aquellos que estaban ahí, como en standby, en espera.

Y allí estaba yo abducida por aquello que hace perder las cabezas, una sonrisa, su sonrisa.
Pero no estaba sola, la acompañaban sus ojos, su acento, su barba, todo él.
Y yo, sola sin articular palabra, presa del pánico por abrir la boca y joderla, como siempre. Solo se me ocurría una cosa, y es que quería besarle. Me moría de ganas por hacerlo.
Pero valiente de mí, no lo hice.

"Me haces sonreír", abarcó cierto día la pantalla de mi móvil y así me robó el aliento y se apoderó de mi calma.
Poco a poco se fue haciendo con una parte más mía, hasta donde él quiera llegar.

Hace tiempo que no me sentía así, como si cada parte de mí fuera suya, como si él pudiera ser mío pero no le llego alcanzar, dejándome hacer, ilusa, marioneta.
Me siento como hace tiempo esa chiquilla que empezó a escribir su pequeño diario de sentimientos, dudas, amores y mil gilipolleces más en su fotolog, ese que hace tiempo dejo obsoleto, abandonado. Me acuerdo como si fuera ayer, cuando no dejaba un día sin escribir de aquel chico que no paraba de entrar y salir, dejándome sola, volviendo a aparecer cada vez que le apetecía. Pero ahora la cosa es distinta, desde la zona volcánica de España ha llegado un volcán dispuesto a erupcionar, y dejar prendando de lava y lodo todo aquello que me rodea. Dejándome así, sentirme una idiota, a punto de perder la cabeza por un mínimo roce de sus labios.





Porque si él lo quisiera, ya sería suya.