viernes, 5 de octubre de 2012

Hace falta que llueva.

Para.
Suena como un estallido en mi cabeza, para.
Una tortura, más canciones, más cigarros y más días.
Y el tiempo pasa y no paro.
Ni paro, ni llueve.
Ni vienes.
Solo me queda una cama desecha, vacía.
La soledad a las dos de la madrugada 
y una noche eterna por delante.
Sudando palabras, palabras que son 
ruido, nada.
Y sigue sin llover.
Y yo sin refugiarme bajo mi paraguas,
mi paraguas de boli y papel, 
de humo.
Para
Vuelve a retumbar.
No va a volver.
Intente autoconvencerme,
autoconvencimiento estúpido, pues no funciona.
Se acercan los veinte y tú tan sola.
Y aún sin llover.
Me decía.

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