Sentir esa extraña sensación de que te falta el aire o ese pinchazo agudo en el pecho, solo de imaginar que "me gusta una chica" sale de su boca, una que no eres tú.
Tú la que hace unas horas aún rebosabas ilusión y alegría. La cual, sin apenas conocerle estaba en la pre-fase de enamoramiento extremo a la par que platónico. La que hace un par de noches soñaba con un futuro juntos.
Pero es que aún no has aprendido que debes vivir el presente, para evitarte futuros dolores. Porque ahora soy vulnerable, me duele todo el cuerpo y es por culpa de esa maldita canción.
Esa maldita película que la acompañaba, que hace horas decidí ver, en la cual la pantalla me enseño lo bello y maravilloso que puede ser enamorarse, eso sí, solo pasa en el cine. Porque en la vida real, cuando todo crees que va "viento en popa, a toda vela" como decía Espronceda. El barco se hunde y con él, los sueños y las ilusiones que empezaban a surgir en tu complicada cabezita. Y con ello, llega el dolor, la pena y ese tipo de angustia que te dice que otra vez, te dejaste llevar, suena bien, pero al final sabe mal.
Y así es, paso de ni apagar la sonrisa antes de dormir, a dejarla en standby, esperando saber si las dudas la pueden, la rompen, la destrozan o si quizás él soñaba con su sueño.