viernes, 6 de diciembre de 2013

Mi prozac

Nadie puede saber que pasa por mi mente en estos momentos, me siento ebria de algo que duele y a la vez no. Quizás ya me había hecho a la idea de no tenerle y esto fue una mera ilusión más. Quizás cada vez que le veo me doy cuenta de lo perfectamente imperfecto que es y eso cada vez me gusta más.
Quizás.

Provoca en mi esa sensación de no querer nada más, de sentirme bien si esta cerca, si me escribe, de reírme de las cosas más absurdas, de no poder dejar de mirarle. 
Es como una droga para estos tiempos díficiles, es mi prozac. 
Le busqué sin querer y le encontré.

Me siento tan confusa. Le estaría mintiendo si le dijese que me alegro de que este lejos.

Estos días me han servido para darme cuenta de que no hemos cambiado tanto en estos años, yo sigo esperando de ti algo que nunca llega y tú sigues huyendo.
Me miro en el espejo y veo unos ojos tristes que esperan y esperan...
Quizás pidiendo algo más que un "no sé".
Creo que tampoco pido tanto.

Y cada vez que apareces, como mi droga, no puedo ignorarte, ni si quiera mentirte y actuar como si fueses uno más. Te echo mucho de menos, aun sin saber lo que es notar tu aliento en mi nuca.
Y es que últimamente mi sensibilidad está a flor de piel, culpa de mi autodestrucción de ver películas donde el amor triunfa y no hay dudas de que el final será bueno.

¡Qué el amor nos cosa a leches!
Y yo me las llevo todas con esta espera y en esta ambigüedad que se respira en el aire.

No se si esta vez seré capaz de aguantar tanto. Solo se que le quiero, joder.
Que no quiero otros ojos que mirar que no sean los suyos, ni otros labios que besar, ni otras manos que acariciar. 
No quiero ver otra vez como sale de mi vida porque sigo en el felpudo esperando saber si me dejará pasar...





Duéleme, como si nada en la distancia, pero quiéreme.










Ya lo dice Andrés Suárez, te quise a morir y me muero...